21/11/10

Damas y caballeros.

Ahora se viene la descarga.

16/11/10

Mecánica.

Quizás podría comparar el recorrido de la vida con el recorrido de una cuadra. Uno tiene dos posibilidades. La primera es la más fácil, caminar por la vereda, sin cruzar, recto hasta el final. La segunda es arriesgándose a cruzar a la otra vereda, sin saber si vienen autos o no. Sin saber si habrá que esperar a que pasen ellos primeros para llegar al otro lado. Sin saber si te atropellarán. La segunda siempre es la más larga y peligrosa. La primera, la más aburrida.

Obstrucción

Apresurémonos, que las paredes de a poco nos aplastan y la respiración desaparece. Que esos sueños de marfil se destruyeron de a poco y quedaron hechos polvo. Corramos hasta el final,
no sé cómo seguir el texto.

5/11/10

Monster

Quiero que me regalen un caballo,
para así mirarle los dientes.

¿Paranoia?

No es que crea que fue de acá. Pero si uno las piezas el rompecabezas queda completo, al menos en mi mente, y parece ser que hubo "copy-paste" de blog a face. O es coincidencia. Mucha coincidencia. Nunca descartes esa opción, Flor.

Mágica intervención.

A pesar de ser una noche de invierno, no hacía tanto frío. Decidimos ir a ver y escuchar un poco de música. No los conocía a todos, sólo a un par y a otros de nombre. Una cerveza iba bien. Entre canción y canción, la estabilidad de a poco se perdía, pero nunca para llegar a un extremo. Y lo miraba. Cada tanto lo miraba. Hablaba con mis amigas, reía. Él no sabía de mi existencia. Quizás sólo una vaga idea. Fotos. Sí, nos sacábamos fotos. Hablábamos con las personas. Los escuchábamos tocar. Yo lo escuchaba cantar. Todo tenía un poco más de gracia en ese estado. ¡Qué bien que la pasábamos! Y después de un largo rato, terminaron de tocar. Las luces pasaron de destellos multicolores a una luz tenue que avisaba espera. Bajaron del escenario. Se iban a ir. Después de sacarme fotos con cada uno de ellos, me acerqué al que más conocía, y con una sonrisa que contenía un poco de alcohol, dije: "Quédense un rato más." Miré sus caras en busca de alguna respuesta, y proseguí: "Siempre se van apenas terminan de tocar.." Se rió, miró a su amigo y le dijo: "¿Nos quedamos un rato? Las chicas quieren que nos quedemos. En especial ella quiere que te quedes." Me reí con enojo, pero me reí al fin. Porque era cierto. En especial yo quería que él se quede. No era mucha ciencia, mi cara me delataba. Y dijo que sí, ¡bien! El metal volvía a sonar, esta vez metal nacional. Fui a buscar otra cerveza. Todo parecía más gracioso de lo que era. Buscaba excusas para hablarle. Excusas para que me mirara. Él respondía, hacía chistes. Pero igual, no parecía interesarle. O al menos éso creía yo. Y finalmente pasó. Después de un rato, ya habiéndole puesto nombre a su campera, llegó la intervención de mi amiga. Mágica intervención. Y sí, uno se siente así, a pesar de que para la anécdota yo estaba ebria, fui consciente de todo. Sentí ese algo en mi pecho. ¿Cómo había logrado llegar ahí? Había sido todo tan repentino. Y estoy segura de que no voy a olvidar ese beso. En esta vida tan llena de situaciones incómodas, molestas, cómicas, no es malo dar lugar a lo cursi. Nunca es malo. Y qué suerte.
Qué suerte que ahora esté a mi lado.

¿Saben? Puedo resumirlo.
Y lo miraba. Cada tanto lo miraba. Él no sabía de mi existencia. Yo lo escuchaba cantar. ¡Qué bien que la pasábamos! Y después de un largo rato, terminaron de tocar. Se iban a ir. "Quédense un rato más." En especial yo quería que él se quede. Y dijo que sí, ¡bien! Buscaba excusas para hablarle. Excusas para que me mirara. Y finalmente pasó. Mágica intervención. Sentí ese algo en mi pecho. Y estoy segura de que no voy a olvidar ese beso.
Qué suerte que ahora esté a mi lado.

4/11/10

Warning!

Toda teoría importante empieza con una suposición estúpida.
Para el momento.

2/11/10

La ciencia del miedo.

"En 1988, The New York Times publicó un valiente reportaje sobre la implicación de los Estados Unidos en la tortura y los asesinatos que habían tenido lugar en Honduras. Florencio Caballero, un interrogador hondureño miembro del brutal y famoso Batallón 3-16, reveló al periódico que él y veinticuatro de sus compañeros habían viajado a Texas y que la CIA les había entrenado. «Nos enseñaron tácticas psicológicas: cómo estudiar el miedo y las debilidades de un prisionero. Hacer que se levantara y se quedara de pie, no dejarle dormir, desnudarle y aislarlo, poner ratas y cucarachas en su celda, darle comida podrida, incluso animales muertos, arrojarle agua fría a la cara, cambiar la temperatura de su entorno». Se olvidó de una técnica: el electroshock. Inés Murillo, una presa de veinticuatro años que fue «interrogada» por Caballero y sus compañeros, dijo al Times que recibió numerosas descargas eléctricas y que «gritaba y gritaba y me desmayaba del shock. Los gritos sencillamente brotan de ti», afirmaba. «Olía a quemado y me daba cuenta de que era mi piel, a causa de las descargas. Dijeron que me torturarían hasta que me volviera loca. No les creí. Pero entonces me abrieron las piernas y conectaron los electrodos a mis genitales». Murillo también declaró que había alguien más en la estancia: un norteamericano que les pasaba las preguntas a sus interrogadores, y al que los demás llamaban «señor Mike»."