15/12/10

Daihaminkay

Sentada, miraba pasar las palabras junto con alguna que otra mentira. Mis ojos fijos en los suyos, pero con la mente divagando en Andrómeda. Sólo pedía algunas notas de piano, un ahogo de primavera. Lentamente sus palabras se convertían en sonido, sus conceptos en otro idioma, sus mentiras en algo cotidiano. Y es que no quería escuchar, y es que quería ser un pilar. Es que ya colapsaba de nervios, es que sus costumbres no eran las mías. ¿Y quién va a cubrirme cuando llueva? ¿Quién va a tomar un par de flores para hacerme un simple regalo? Pero no. Seguía ahí, sentada, mirando pasar las palabras que ya eran partícipes de toda mentira, o, en realidad, las mentiras eran partícipes de toda palabra. Mis ojos habían bajado, observaba un pequeño papel doblado, sucio. No era nada anormal, nada atípico. Pero, cuán parecido era.
Un suave toque en mi hombro me hizo pisar la tierra.
"¿Me escuchaste?"
Dejame volver a Andrómeda,
tiene más colores.

3/12/10

This one.

Me duele la cabeza, ayúdenme a pensar. Voy de la mano de alguien, lo miro y me siento extraña. No sé dónde estoy parada, no sé a dónde camino.
Y ahora me encuentro en una habitación blanca, escucho ruidos de chicos afuera, siento que hay colores y cosas que se mueven. Luces que explotan en mi cabeza, un cuadro a medio colgar, una pintura a medio pintar.
La nieve me grita, las manzanas ríen. Y yo me encuentro perdida, con dolor de cabeza, y con nadie que me ayude a pensar. Los ojos se fijaron en mí, dándome el espacio al monólogo. Pero nada sale de mi boca, nada se forma en mi cerebro, y mis manos tiemblan.
Siento la necesidad de inventar esa máquina, siento la necesidad de correr y que no me alcancen. Pasando la página, descubriendo un nuevo capítulo. Olvidando ciertos cuerpos, conociendo otros. ¿Es la vida realmente así? ¿O de a poco voy siendo menos yo?
Y ahora, que me encuentro en esta habitación blanca, deseo no salir, deseo no descubrir las caras de los chicos gritando afuera, deseo no ver los colores ni las cosas que se mueven. Y ahora que me encuentro en este estado, es mejor esperar y lentamente hundirse en el techo.
Sólo faltan cinco para el peso.