27/10/08

Y bailabas.

Bailabas luciendo tu vestido. Acompañada por la soledad, mirabas la cúpula, y quebrabas la pared de hielo. Aún estaba yo allí, y te miraba partir, pero tú seguías danzando, y las lágrimas recorrían tus mejillas. Las persianas cerradas y las calles desiertas, no había nada, no hay nada. Sólo la soledad nos acompañaba, y tú seguías danzando. Desde lo alto te veía, sí, yo te observaba. Estabas sola, con tu gran vestido blanco. Contraste con la ciudad, y la risa de los pequeños te hacía sonreír. Caminabas tapándote la cara, sí, pero seguías bailando, eso era lo tuyo. El sol te iluminaba en ese callejón. Cada esquina embebida de calor, y yo tocaba en el piano la canción que amabas. Y bailabas. Y bailabas. Llorando sin saber qué venía, por eso, bailabas. Aún así no existías, sólo en la calma partida. No necesité la respuesta, la veía en tu cara, soledad. Oh, soledad mía.

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