23/10/08

destino no específico

Para demostrarlo, él haría lo que fuera, y ella lo sabía. Él le dijo que haría que el cielo sea verde, si era necesario. Dijo que haría que el agua sea violeta, y que el pasto rojo. Él haría lo que fuera, y ella lo sabía. Un día se marchó, sin decir una palabra, sin dejar una carta. Pero ella lo esperaría toda la vida, y él lo sabía. Día tras día caminó sin cesar por el gran laberinto inexistente, por el arduo camino opaco. Él se había encontrado con un viejo, uno muy sabio, y le dijo lo que necesitaba. El viejo lo ayudaría, y él lo sabía. El anciano lo llevó a una montaña, la más alta de todas. A pesar de ser tan grande, nadie más que el viejo la conocía. Él subió por el camino rocoso, sin quejarse de nada, ni falta de agua, ni falta de comida. Al llegar al tope se encontró con un joven, uno muy sabio, y le dijo lo que necesitaba. El joven lo ayudaría, y él lo sabía. El pequeño lo llevó hacia un pantano, el más grande y oscuro de todos. A pesar de ser el más grande, nadie además del joven lo conocía. Él cruzó todo el pantano, sin quejarse de la falta de agua, de la falta de comida, ni de los animales que lo atacaban constantemente allí dentro. Al llegar al otro lado, se encontró con una señora, una muy sabia. La mujer lo llevó a una cueva, la más larga y peligrosa de todas. A pesar de ser tan grande, nadie más que la señora la conocía. Él caminó dentro de esa cueva, sin quejarse de la falta de comida, de la falta de agua, y de la poca visión. Al llegar a la salida, se encontró con una puerta. Una gran puerta con detalles en oro puro y con diamantes, perlas, rubíes y esmeraldas incrustadas en todas partes. Decidió ver que había del otro lado. Al cruzar, se encontró con un anciano, el más sabio de todos. Él se le acercó, y le dijo lo que deseaba. El anciano lo llevó hacia un gran campo, y le dijo: "La conclusión final es que sabemos muy poco y, sin embargo, es asombroso lo mucho que conocemos. Y más asombroso todavía es que un conocimiento tan pequeño nos pueda dar tanto poder." Luego, se fue de nuevo a su gran reino, y él, se quedó meditando. Finalmente, se dio cuenta de lo que hablaba el anciano. No importaba cuan grande fuera el deseo, sino el conocimiento adquirido a lo largo de la vida para lograrlo. Y volvió a su pequeña aldea, donde ella lo esperaba. Él se sentó frente a ella y le dijo:
"Y al final, no logré que el cielo fuera verde".

1 comentario:

Leos dijo...

este me gusto.

mucho mucho