12/7/08

Esfinge de Giza: un enigma marciano.

La Esfinge de Giza es un monumento que data desde hace más de 5000 años. Se encuentra en la ribera occidental del río Nilo, unos veinte kilómetros al sudoeste del centro de El Cairo. Su altura es de unos veinte metros, midiendo cinco metros la cabeza. Ésta última podría representar al faraón Kefrén, teniendo el cuerpo la forma de un león. Antiguamente, la Esfinge estaba pintada con colores brillantes, rojo el cuerpo y la cara, y el nemes que cubría la cabeza con rayas amarillas y azules. Muchos creían que debajo de la Esfinge habían tesoros y túneles, y por esas razones se crearon tres entradas, que decían que al abrirlas, una maldición caería sobre uno. Investigadores, estudiantes, paleontólogos, etc., ya han entrado a la Esfinge para buscar los tesoros y/o los túneles; teniendo por conclusión que dentro de ella no hay más que piedra sólida.
El 25 de julio de 1976, la sonda espacial Viking 2, fotografió la superficie de Marte. En esa foto mostraba unas extrañas figuras. A la derecha se podía ver un rasgo distintivo que, para algunos, tenía la forma de un rostro humano. Cerca de esta 'cara' se encontraban una serie de pirámides. Esto despertó un enigma para muchos científicos. Por ello, comenzaron a investigar sobre este nuevo hecho, al que lo llamaron: La Cara de Marte. Este rostro mide aproximadamente 3 km de largo por 1,5 km de ancho y se ubica a 10 grados al norte del ecuador marciano. Al copiar la mitad izquierda de la foto y pegarla del otro lado, se podía ver claramente un rostro humano. Pero, al realizar la misma acción con el lado derecho, se podía ver la cara de un león.
Teniendo en cuenta las pirámides y la cara de una persona o un león, los científicos de la Nasa lo asociaron con la Esfinge de Giza. Ya que este monumento, mediante recientes estudios, podría datar de unos 5000 A.C. Por eso, llegaron a pensar que la Esfinge podría haber sido construida por marcianos (habitantes de Marte). Aunque obviamente nunca descartaron la posibilidad de que este hecho haya sido por un juego mental: la combinación del ángulo de iluminación de la luz del Sol y la baja resolución de la foto tienden a suavizar las irregularidades de la superficie, y por la tendencia del cerebro humano a reconocer patrones familiares, especialmente caras (pareidolia); y por consiguiente que hayamos imaginado este rostro.

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