Sacá esas capas. Una por una, analizándolas detenidamente. Cuando al fin quites la última, vas a poder ver ese centro tan calmo, esa mueca de felicidad. Vas a conocer finalmente la pureza, la tranquilidad.
Sí, existe realmente.
No es por nada hablar del sol, y sus nubes.
Y ahora, sólo queda extender tus alas, salir a volar. Renacer, tirar el cuerpo en las nubes, meter los pies en la ciudad. Ser grande, pero no ser adulto. No arrepentirse. ¿Para qué vas a agregar otra capa más?
Vivir no es simple.
Y tampoco pretendo que lo sea.
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