Y ahora me encuentro en una habitación blanca, escucho ruidos de chicos afuera, siento que hay colores y cosas que se mueven. Luces que explotan en mi cabeza, un cuadro a medio colgar, una pintura a medio pintar.
La nieve me grita, las manzanas ríen. Y yo me encuentro perdida, con dolor de cabeza, y con nadie que me ayude a pensar. Los ojos se fijaron en mí, dándome el espacio al monólogo. Pero nada sale de mi boca, nada se forma en mi cerebro, y mis manos tiemblan.
Siento la necesidad de inventar esa máquina, siento la necesidad de correr y que no me alcancen. Pasando la página, descubriendo un nuevo capítulo. Olvidando ciertos cuerpos, conociendo otros. ¿Es la vida realmente así? ¿O de a poco voy siendo menos yo?
Y ahora, que me encuentro en esta habitación blanca, deseo no salir, deseo no descubrir las caras de los chicos gritando afuera, deseo no ver los colores ni las cosas que se mueven. Y ahora que me encuentro en este estado, es mejor esperar y lentamente hundirse en el techo.
Sólo faltan cinco para el peso.
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