Si los árboles tuvieran ojos, si pudieran hablar, si escucharan,
si pudieran recordar lo que ven y escuchan,
¿qué historias tendrían para contar entonces?
Yo no soy un árbol ni nada parecido,
puedo ver, hablar, escuchar y sentir.
Y puedo contarles una historia,
la cual tiene comienzo el 28 de agosto.